domingo, 6 de abril de 2014

Challenge de abril, 6: libros y animales



Título: Los perros de marzo (The Dogs of March)
Autor: Ernest Hebert
Editorial: Penguin Books
Año publicado: 1980
Páginas: 272

No he encontrado ninguna traducción del libro al español, sospecho que porque no debe ser muy conocido. Yo desde luego lo compré por total casualidad y porque soy incapaz de resistirme a comprar libros, especialmente cuando me salen baratos.

Este lo compré en verano, en Boston. Estaba dando un turístico paseo y en frente del Memorial a la Gran hambruna irlandesa vi un cartel señalando a unas escaleras e indicando la existencia de libros más abajo... Y a ese tipo de carteles hay que hacerles caso, porque quién sabe qué tipo de libros te puedes encontrar. Yo personalmente descubrí una librería de segunda mano con un montón de libros a $1, y ya me diréis vosotros quién resiste una oferta así, por mucho que no sepas cómo demonios vas a meter tantos libros como ya llevas comprados en tus maletas.

Así pues, me compré The Dogs of March y La naranja mecánica, porque a veces me digo que sólo me compraré algo si llevo el cambio suelto para comprarlo, y curiosamente siempre lo llevo (cuando necesito 50 céntimos para el pan sólo tengo billetes de 10, eso sí).

Una vez que me puse a leerlo me costó engancharme, pero al final me acabó sorprendiendo. Hay una brecha entre el lector y el antihéroe, por lo menos en mi caso, porque la sociedad americana de los 70 me queda evidentemente lejos, así que aunque puedo entender los problemas a los que Howard Elman se enfrenta, no puedo sentir total empatía con él. Esto hace que ciertas partes de la lectura sean más pesadas, pero si sigues leyendo merece la pena.

Me gustó especialmente la reflexión constante de cómo la falta de lenguaje limita a Howard. No es que no sepa hablar, o que sea mudo. Pero una falta de educación formal reduce enormemente su vocabulario. Howard piensa y siente cosas que no puede expresar en palabras porque no conoce las palabras para ellas, y como no puede expresarlas no puede explicarlas ni entenderlas completamente. Vive frustrado y confuso en un mundo que no entiende y con la cabeza llena de ideas que no puede expresar, y esto lo vuelve violento e irritable.

Es un tema que también trata, aunque de forma distinta y en un contexto radicalmente diferente, 1984: como la falta de vocabulario puede limitar tus pensamientos, porque no puedes pensar en aquello para lo que no tienes palabras. Podemos pensar en imágenes, pero para nosotros las imágenes traen asociadas invariablemente palabras. Probad a pensad en una casa, y además de la imagen genérica de una casa, esa que dibujan los niños pequeños con un tejado rojo, una puerta y una ventana y una chimenea echando humo, resonará en vuestra cabeza la palabra casa. Pero si por ejemplo os dicen una palabra cuyo significado no entendéis, como por ejemplo apotropaico, ¿qué podéis pensar sobre ello?

Lo mismo ocurre con los sentimientos. Los niños lloran porque no tienen otra manera de expresar lo que quieren o sienten. Es decir, puedes sentirte frustrado sin saber lo que es la frustración, pero probablemente el no poder dar un nombre a lo que sientes, no poder explicarlo ni entenderlo, te acabe frustrando más. Pues eso le pasa a Howard.

El título hace referencia a como con el deshielo en marzo, los perros que normalmente son mascotas tranquilas se lanzan a los bosques para cazar y matar a los ciervos debilitados por el invierno, aunque no tengan necesidad de hacerlo para comer. Al igual que estos ciervos que intentará salvar, Howard es un hombre que ya no encaja, debilitado por la edad y perseguido por un mundo que antes entendía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario